Este título viene del libro con este mismo nombre, el cual aparece en la portada de esta entrada, por si os interesa leerlo entero, desde luego, no tiene desperdicio.
El trabajazo de investigación, experimentación y aplicación que ha hecho el autor en 30 años sobre el trauma es, francamente admirable, su influencia en el cuerpo, su sanación y qué hacer para evitarlo. Os dejo algunos fragmentos del libro ya que me parece una información valiosísima de saber para conocer mejor nuestro funcionamiento físico y mental.
Esta información la he recibido a través de una newsletter y considero una información tan valiosa, que he decidido compartirlo con vosotros.
Divido los fragmentos en dos partes para que no sea tan largo:
Nota aclaratoria: TEPT significa trastorno de estrés postraumático:
El problema de la medicación como “solución”: Después de realizar numerosos estudios de fármacos para el TEPT, he acabado dándome cuenta de que los medicamentos psiquiátricos tiene un inconveniente grave, porque pueden desviar la atención del tratamiento de los problemas subyacentes. El modelo de la enfermedad cerebral quita de las manos de los pacientes el control de su destino y pone a los médicos y a las aseguradoras al cargo de la resolución de sus problemas.
Pensemos en los antidepresivos. Si fueran tan eficaces como se ha llegado a creer, la depresión se habría convertido en un problema menor en nuestra sociedad.
Población más vulnerable: Los niños pertenecientes a familias con pocos ingresos tienen cuatro veces más probabilidades de tomar medicamentos antipsicóticos que los niños que tienen seguros privados. Las medicaciones suelen utilizarse para que los niños que han sufrido malos tratos y abandono sean más dóciles.
Un estudio basado en los datos de Medicaid de 13 estados reveló que el 12,4 % de los niños que están en acogida temporal toma antipsicóticos, frente al 1,4 % de los niños elegibles según Medicaid en general.
Poder personal: El modelo de enfermedad cerebral ignora cuatro verdades fundamentales:
(1) nuestra capacidad de destruirnos entre nosotros coincide con nuestra capacidad de curarnos mutuamente. Restaurar las relaciones y la comunidad es básico para restaurar el bienestar:
(2) el lenguaje nos da el poder de cambiarnos nosotros y de cambiar a los demás comunicando nuestras experiencias, ayudándonos a definir lo que sabemos y encontrando un significado común;
(3) tenemos la capacidad de regular nuestra propia fisiología, incluyendo algunas de las llamadas funciones involuntarias del cuerpo y del cerebro, mediante actividades básicas como respirar, movernos y tocar.
(4) podemos cambiar las condiciones sociales para crear entornos en los que los niños y los adultos puedan sentirse seguros y en los que puedan prosperar.
El trauma en el presente: Cuando a las personas traumatizadas algo les recuerda el pasado, su cerebro derecho reacciona como si el acontecimiento traumático estuviera sucediendo en el presente.
Las hormonas del estrés de las personas traumatizadas, en cambio, tardan mucho más a volver al nivel basal y crean picos rápida y desproporcionadamente en respuesta a unos estímulos ligeramente estresantes.
Entre los efectos insidiosos de tener las hormonas del estrés permanentemente elevadas figuran problemas de
memoria y de atención, irritabilidad y trastornos del sueño.
Los efectos físicos sobre los órganos siguen sin cesar hasta que reclaman atención expresándose como enfermedad.
La tribu (relaciones): Nuestra cultura nos enseña a centrarnos en la unicidad personal, pero a un nivel más profundo prácticamente no existimos como organismos individuales. Nuestros cerebros están diseñados para ayudarnos a funcionar como miembros de una tribu. Formamos parte de esa tribu incluso cuando estamos solos, ya sea escuchando música (que otra gente ha creado), mirando un partido de baloncesto por la televisión (y nuestros músculos se tensan cuando los jugadores corren y saltan) o preparando una hoja de cálculo para una reunión de ventas (anticipando las reacciones de nuestro jefe). Dedicamos la mayor parte de nuestra energía a conectar con los demás.
Si miramos más allá de la lista de síntomas específicos incluidos en los diagnósticos psiquiátricos formales, encontramos que casi todo el sufrimiento mental implica o bien problemas en crear relaciones que funcionen y sean satisfactorias o dificultades en regular la activación
(como pasa cuando habitualmente nos enfadamos, nos
bloqueamos, nos sobreexcitamos o nos desorganizamos).
Las conexiones seguras son fundamentales para tener una vida con sentido y satisfactoria. Muchos estudios sobre las respuestas ante los desastres en todo el mundo han demostrado que el apoyo social es la protección más potente contra la anulación provocada por el estrés y el trauma.
Ser realmente escuchado y visto por las personas que nos rodean, sentir que tenemos el apoyo de alguien en su mente y en su corazón. Para que nuestra fisiología se calme, se cure y crezca necesitamos una sensación visceral de seguridad.
Las bandas, los partidos políticos extremistas y los cultos religiosos pueden proporcionar consuelo, pero raramente promueven la flexibilidad mental necesaria para estar completamente abiertos a lo que la vida tiene que ofrecer.
Las personas que funcionan bien son capaces de aceptar las diferencias individuales y reconocer la humanidad de los demás.
Maltrato y abandono, las armas más letales: Con los años, nuestro equipo de investigación ha comprobado repetidamente que el maltrato emocional y el abandono crónico pueden ser igual de devastadores que el abuso físico y sexual.
Que no te vean, que no te conozcan y no tener adónde ir para sentirte seguro es devastador a cualquier edad, pero es particularmente destructivo en los niños pequeños, que aún siguen buscando su sitio en el mundo.
Pero si nadie te ha mirado nunca con amor ni te ha dedicado una sonrisa al verte; o si nadie ha corrido a ayudarte (y en lugar de eso te ha dicho «Deja de llorar», o «Ya te daré yo motivos para llorar»), entonces debes descubrir otras maneras de cuidar de
ti mismo. Es probable que experimentes con cualquier cosa (drogas, alcohol, bulimia o cortes) que te aporte algún tipo de alivio.
Apego no seguro: Si una madre no puede satisfacer los impulsos y las necesidades de su bebé, «el bebé aprende a ser la idea que la madre tiene sobre él».
Al tener que descartar sus sensaciones internas e intentar ajustarse a las necesidades de su cuidador, el niño percibe que «hay algo malo» en su manera de ser. Los niños que carecen de sintonía física son vulnerables a desconectar el retorno directo de su cuerpo, el centro del placer, el propósito y la dirección.
Los niños víctimas de abusos suelen ser muy sensibles a los cambios en las voces o los rostros, pero suelen responder a ellos como amenazas en lugar de como pistas para permanecer sincronizados.
Los niños que reaccionan excesivamente a la agresión de sus semejantes, que no captan las necesidades de los otros niños, que se desconectan fácilmente o pierden el control de sus impulsos, es probable que los aparten y no los inviten a las fiestas del pijama o a jugar.
A la larga, pueden aprender a disimular su miedo poniendo una fachada de duros. O puede que pasen cada vez más tiempo solos, mirando la televisión o jugando en el ordenador, quedándose incluso atrás a nivel de las habilidades interpersonales y la autorregulación emocional.
Los niños hacen casi cualquier cosa para sentirse vistos y conectados.
El maltrato de los progenitores no es la única causa de apego desorganizado: los padres que están preocupados por su propio trauma, como el maltrato doméstico, una violación o la muerte reciente de un progenitor o un hermano o hermana, también puede ser una situación demasiado inestable emocionalmente para poder ofrecer consuelo y protección.
Es probable que la madre, al no lograr calmar nunca a su bebé ni establecer una interacción cara a cara satisfactoria con él, acabe percibiéndole como a un bebé difícil que le hace sentir fracasada, y dejará de intentar confortar a su hijo. Pero si nuestros cuidadores ignoran nuestras necesidades, o les molesta que existamos, aprendemos a anticipar el rechazo y el retraimiento. Lo manejamos lo mejor que podemos bloqueando la hostilidad o el abandono de la madre como si no importara, pero es probable que nuestro cuerpo permanezca en un estado de alerta elevado, preparado para rebatir los golpes, la privación o el abandono. La disociación significa simultáneamente saber y no saber.
Diagnósticos peligrosos: Un diagnóstico psiquiátrico tiene unas consecuencias graves: influye en el tratamiento, y recibir un tratamiento equivocado puede tener unos efectos desastrosos.
un diagnóstico es una etiqueta que es probable que quede pegada a la persona durante el resto de su vida, y tiene una profunda influencia en el modo en que la gente se define a sí misma.
Como publicamos posteriormente en el American Journal of Psychiatry, el 81 % de los pacientes diagnosticados con TLP en el Hospital de Cambridge narraron graves historias de maltrato y abandono infantil;
¿cómo tratamos a personas que están luchando con las consecuencias de los abusos, las traiciones y los abandonos, cuando nos vemos obligados a diagnosticarlos de depresión, trastorno de pánico, enfermedad bipolar o personalidad límite, que realmente no representa lo que ellos sufren?
Problema de salud pública más grave: se dio cuenta de que habían dado con el problema de salud pública más grave y más caro de Estados Unidos: el abuso infantil.
Calculó que su coste total superaba el coste del cáncer o de la enfermedad cardiaca, y que erradicar el abuso infantil en Estados Unidos reduciría la tasa global de depresión en más de la mitad, la del alcoholismo en dos tercios y la de los suicidios, el consumo de drogas intravenosas y la violencia doméstica en tres cuartos.
Ahora se les administran grandes dosis de agentes psicotrópicos, que los vuelven más manejables, pero que también reducen su capacidad de experimentar placer y curiosidad, de crecer y desarrollarse emocional e intelectualmente, y de convertirse en personas productivas para la sociedad.
¿trastornos y genética? Después de treinta años y una investigación que ha costado millones y millones de dólares, no se ha logrado encontrar ningún patrón genético coherente para la esquizofrenia–ni para ninguna otra enfermedad psiquiátrica, por cierto–.
Y aún más importante: los genes no son fijos; los acontecimientos vitales pueden desencadenar mensajes bioquímicos que pueden conectarlos o desconectarlos añadiendo grupos de metilo, una unión de átomos de carbono e hidrógeno, en la parte externa del gen (un proceso llamado «metilación), haciendo que sean más o menos sensibles a los mensajes del cuerpo.
En la parte 2, tendréis más. Espero que os haya gustado y serviros para conoceros mejor por dentro 😉
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